Mirando al camino y sobre el lateral norte del parador se
encuentran las ruinas del primer puesto de venta de forrajes
del pueblo, al que con el tiempo se incorporan la venta de
combustible en tambores y un taller para prestar el servicio
mecánico, tan necesario entonces de los pocos automotores
que llegaban al lugar.
Recostada sobre una inmensa roca muestra sus paredes,
vigas y columnas construidas integramente en piedra de la
zona labrada a mano como también marcos de puertas y
ventanas armados rústicamente.